El trabajo infantil: un monstruo escondido entre los yerbales

 

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Leonel (dos años) estuvo desaparecido dos días. Lo encontraron en el monte deshidratado y abrazado a su juguete. Un camioncito.

Sus padres lo habían llevado a la cosecha y lo dejaron al cuidado de dos personas en el campamento donde se lo había visto por última vez. Leonel desapareció en el yerbal. Sus padres dicen que fue El Pombero. El Pombero es un monstruo, una leyenda, una creencia popular.
Es un enano viejo que exige que se deje en el monte tabaco y caña a cambio de no llevarse a los niños. Y que no se le mencione, a riesgo de que se haga presente y viole a las mujeres.

Los padres deambularon por las radios, los canales de televisión y las redacciones de los diarios diciendo que «fue el Pombero». Los medios nos recordaron que hace 20 años una niña se había extraviado en la zona y había aparecido con vida seis días después. Y que por eso ese lugar lleva el nombre de Villa Milagros, reforzando la idea de que había sido ese espíritu maligno.

Creamos monstruos para combatir nuestros temores. Y tenemos mucho que temer. El Pombero de verdad, no es ese que silva por las tardes de verano en el monte, es el que mantiene en la esclavitud moderna a los cosecheros de yerba mate, ese que exige a sus hijos comenzar a trabajar en el yerbal entre los cinco y 13 años, según indican las magras estadísticas del sector.

El 55% de los cosecheros de yerba mate siendo adultos no consiguen otro trabajo y solo el 60% terminó la escuela primaria.

Pobres y sin educación

Niños que acompañan a los padres a los yerbales porque para no morir de hambre deben trabajar todos los integrantes de la familia.

No existen cosecheros de yerba mate de clase media. Los 25.000 que se estiman necesarios para la cosecha son pobres, y lo son sus hijos y sus esposas. Los fueron sus padres, sus abuelos y sus tatarabuelos.

Es en esa pobreza extrema en donde apalanca la explotación de miles de personas que se dedican a la cosecha de yerba mate, base de nuestra infusión nacional.

El verdadero Pombero tiene nombre y apellido: se llama trabajo infantil. Es ese que les roba desde hace cien años las oportunidades a estos niños y sus padres, el que los deja sin educación, el que se llevó la infancia de los cosecheros de yerba mate y devolvió a la provincia adultos cuya única oportunidad es la de dejar la vida en el yerbal.

En el mundo muere un niño por minuto por realizar tareas peligrosas. Que la Argentina deje de formar parte de esta lista dependerá, de aquí en adelante, no solo de nuestras políticas públicas sino también de que cada uno de nosotros abrace la creencia de que no debemos naturalizar el trabajo infantil.

En 2017, la Argentina será sede de uno de los eventos más importantes en el mundo en la lucha contra el trabajo infantil. El gobierno y las organizaciones no gubernamentales tenemos la oportunidad de poner la piedra fundamental para que en 2020 podamos declarar a la Argentina país libre de trabajo infantil. No debemos dejar pasar esta oportunidad.

Petición en Change.org

Hasta hoy 62.301 personas firmaron para apoyar la iniciativa de la organización Un sueño para Misiones que presentó un proyecto de ley ante el Congreso de la Nación, para que crear un sistema de certficación y que la yerba mate pueda estar «Libre de trabajo infantil». Estos productos podrán ser elegidos a voluntad y costarán apenas unas monedas más. Lo recaudado será destinado a duplicar el salario de las familias cosecheras.

Los que quieran sumarse pueden hacerlo ingresando en www.change.org. Todavía faltan 12.000 firmas para alcanzar el objetivo. La autora es coordinadora de la organización social Un sueño para Misiones.