[et_pb_section bb_built=”1″ admin_label=”section”][et_pb_row admin_label=”row”][et_pb_column type=”4_4″][et_pb_image admin_label=”Imagen” src=”http://fortalecermisiones.org/wp-content/uploads/2017/06/aula_satelite.jpg” alt=”Un aula satélite donde falta de todo, pero sobra el deseo de aprender y enseñar” show_in_lightbox=”off” url=”http://fortalecermisiones.org/contacto/” url_new_window=”off” use_overlay=”off” animation=”left” sticky=”off” align=”left” force_fullwidth=”off” always_center_on_mobile=”on” use_border_color=”off” border_color=”#ffffff” border_style=”solid” /][et_pb_text admin_label=”Texto” background_layout=”light” text_orientation=”left” use_border_color=”off” border_color=”#ffffff” border_style=”solid”]
No tienen luz, elementos didácticos ni reciben fondos para comedor. Sólo se puede acceder a ella de a pie, por el pésimo estado del camino. Los chicos caminan un promedio de 4 kilómetros, pero casi nunca faltan. El maestro da clases mañana y tarde, pero cobra por un turno.
Los 32 alumnos del aula satélite 2 de la Escuela 399 de San Pedro, en Picada Paraíso, caminan todos los días varios kilómetros para poder asistir a clases. Que estén acostumbrados a no contar con grandes comodidades no les hace más fácil transitar por el único camino de tierra que lleva hasta esta escuela construida por sus propios padres.
Al mal estado del camino (la Municipalidad comenzó a arreglarlo hace unos meses pero llegó a la mitad y la obra quedó en suspenso) se sumaron los días de lluvia. El barro y los pozos lo convirtieron en intransitable. La única forma de llegar es a pie o en 4×4, medio de transporte que ninguna familia posee por esa zona rural.
“Algunos vienen descalzos y traen zapatos en sus mochilas para ponerse en la escuela después de lavarse y quitarse el barro. Otros traen botas. Pero lo importante, lo que más me alegra y enorgullece, es que son muy pocos los que faltan a clases. La semana pasada, pese a que llovió sin pausa, los chicos vinieron a la escuela. Solo un día, que llovió torrencialmente a la hora de la entrada, no vinieron”, contó orgulloso Eugenio Méndez Ribeiro, el único maestro de este aula satélite ubicado en el Nuevo Paraje Mondorí, Picada Paraíso, distante a unos diez kilómetros de Pozo Azul.
Trabaja doble turno y solo cobra por uno
Al aula satélite asisten 32 alumnos, de 5 a 14 años, que cursan desde la salita de 5 hasta séptimo grado. Para organizarse mejor y pese a que hasta el momento cobra por un solo cargo, el maestro da clases por la mañana a los chicos del primer ciclo (Nivel Inicial, primero, segundo y tercer grado) y por la tarde al segundo ciclo (de cuarto a séptimo). “Ya solicitamos fondos para el comedor escolar, pero hasta que llegue, organizamos actividades con la comisión cooperadora de padres para juntar dinero que nos permita servirle todos los días un desayuno a media mañana y una merienda para los que vienen por la tarde. No es mucho, lo ideal sería servirles el almuerzo, pero es lo que podemos ofrecer con los fondos que tenemos”, señaló Méndez Ribeiro que también oficia de cocinero.
“Somos una escuelita nueva, nos falta casi todo, no tenemos elementos pedagógicos (mapas, libros de cuentos, manuales, juegos) más que un pizarrón. Toda ayuda será muy bien recibida, desde elementos para la cocina (las familias prestan utensilios de sus propias casas), alimentos, juguetes para los chicos del Nivel Inicial, pintura y elementos de construcción”, confesó Eugenio, que comenzó su experiencia en la docencia este año junto con la inauguración del aula satélite, el 10 de marzo de 2017.
Sin servicios esenciales, el edificio escolar es muy humilde, lo construyeron los propios padres, son dos salones de madera y, afuera, una letrina. “Queremos hacer una segunda letrina y, quizás durante las vacaciones de invierno, levantar una casita con tablones de madera para mí. Por ahora, estoy viviendo en una de las aulas de la escuelita, en el mismo lugar donde también preparo la merienda para los chicos”, contó el maestro a PRIMERA EDICIÓN.
Todas las familias de sus alumnos tienen pequeñas chacras, “yo también tengo una familia muy humilde, mis padres son colonos y tuve la suerte de poder estudiar y recibirme de maestro. Es una responsabilidad terrible estar acá, pero me siento muy orgulloso de verlos llegar cada día, contentos de tener una escuela”, confío el docente.
“Estoy feliz de ser maestro en este lugar, poder ayudar a la gente, me siento valioso… conozco todo el esfuerzo que hicieron las familias para lograr que se abra este aula satélite. Los chicos vienen a clases sin protestar, quieren aprender y valoran mucho poder contar con un aula que no esté tan lejos de su casa. La escuela primaria más cercana está a más de 8 kilómetros, pero este paraje está a 7 kilómetros de la ruta y el camino para llegar es intransitable”, recordó.
La electricidad aún no llegó al Nuevo Paraje Mondorí, por lo que las familias que allí viven y la escuelita carecen de este servicio básico. “Elevamos el pedido al Gobierno provincial. Es una necesidad inmensa, tanto para poder conservar un alimento como para tener luz. En época de invierno, se necesita calefacción para mitigar el frío”, describió.
Cómo ayudar
Los interesados en colaborar con la escuelita pueden hacerlo donando chapas (necesitan entre 15 y 20 para ampliar), ladrillos, cemento; elementos de cocina (platos, ollas, tazas y cubiertos); libros de cuentos, manuales de primaria y juegos didácticos. El celular del maestro es (3741) 631221.
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