En la Escuela 927 de Oberá sueñan con tener su edificio de material

Han pasado seis años y alumnos y docentes de la Escuela 927 de Villa Stemberg de Oberá todavía sueñan con su edificio de material y mejores condiciones para estudiar. Está el terreno, está un particular comprometido con la construcción de la escuela pero falta que los concejales corrijan un pequeño error en el número de lote para que todo se ponga en marcha. La comunidad educativa debe continuar la espera gracias a la burocracia.

En 2011, año de fundación de la escuelita, la directora Mirta Abreu logró trasladar una vieja construcción de madera de una escuela de Panambí -que iba a iniciar la construcción de su escuela de material- para continuar la tarea educativa. En esa oportunidad, en reconocimiento a su esfuerzo y dedicación, diferentes empresas privadas se comprometieron a construir un nuevo edificio. Esto quiere decir que el levantamiento de esta nueva escuela no tendrá ningún costo ni para el municipio, ni la Provincia.

Desde ese entonces Abreu gestiona, sin éxito, el título de propiedad para que la construcción se pueda concretar. “Primero me dijeron que la Municipalidad debía donar las tierras al Ministerio de Educación, para ello el Concejo Deliberante de Oberá debía sacar una ordenanza de donación de las tierras a Educación. Me llevó mucho tiempo conseguir eso, creo que ante tanta insistencia finalmente se dio”, relató la docente en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.

“Este año por fin pudimos llevar los papeles al Ministerio, pero hay un error en una letra del lote correspondiente, así que ahora esperamos que los concejales lo corrijan”, agregó. Según señaló Abreu, el empresario comprometido con la construcción consulta periódicamente si hay novedades, hasta se comunicó en varias ocasiones con la Municipalidad y el Concejo, sin respuestas.

“Después de tanto andar y sentir, en algunos casos, el fastidio de los funcionarios ante la insistencia, nos sentimos muy felices cuando logramos que el Concejo ceda a Educación el terreno. Creímos que tendríamos este año la escuela soñada. Cuando nos informaron que estaba mal, que había un error en una letra, lloramos de tristeza, impotencia y amargura”, señaló.

Ayudan entre todos
La escuela tiene una matrícula superior a los 200 alumnos con un cuerpo de 16 docentes. “Para iniciar las clases cada año nos encargamos de pintar y acondicionar nuestra vieja escuela de la mejor manera. No nos queda otra que trabajar en condiciones precarias mientras esperamos tener el edificio que la comunidad educativa merece”, manifestó la directora.

Las tareas de mantenimiento se logran con aportes de los docentes. “No cobramos cooperadora ni podemos pedir nada a los padres porque la mayoría son trabajadores rurales, así que no pueden. Conocemos exactamente las posibilidades que tienen y tratamos de ayudar dándoles útiles a los chicos y todo lo que necesitan. Lo importante es que vengan a la escuela”.

A la escuelita concurren niños de familias muy humildes que encuentran en la escuela la contención de maestros y directivos cuya vocación de servicio no concluye con el horario de salida de clases. Necesitan su escuela.