Hilda Victorio tiene 65 años, crió a once hijos, que ya le dieron nietos y hace días celebró la llegada de su primer bisnieto. Hace 32 años reside en el Barrio Copisa, sobre calle Feversani. Como tantos otros ciudadanos misioneros con idéntica realidad, espera con ilusión que “los políticos cumplan con las promesas” que se repiten en cada año electoral. Su sueño es acceder al servicio de agua potable y energía eléctrica. Una humilde vivienda con patio de tierra testimonia la necesidad día a día.
Los años pasan, las promesas se diluyen y ahí sigue Hilda, iluminando su precaria vivienda con una lamparita a querosén. Nunca tuvo energía eléctrica y toda su vida debió acarrear el agua de un pozo o vertiente que tuviera cerca.
A la hora de preguntarle cuáles son sus necesidades no duda en afirmar enfáticamente “sólo quiero tener luz y agua”.
En su cuerpo las marcas de la edad, pero sobre todo de una vida de trabajo, sufrimiento y de precarias condiciones, endurecen sus expresiones. Pesar refleja su rostro cuando confiesa sus padecimientos. Algunos de sus hijos partieron lejos en busca de oportunidades, sólo un par, permanece a su lado, condenado a idéntico destino, consumidos por la misma necesidad.
El hecho de estar asentada en un espacio verde de la comuna, hace que la posibilidad de acceder a los servicios considerados básicos, sean nulas. El tema es que “hace casi cuarenta años que vivo acá”, confesó. “Todos me prometen que van a darme luz y agua”, afirmó Hilda evidenciando el posible aprovechamiento político partidario. “Hasta ahora nadie volvió. No sabemos qué tenemos que hacer, yo no sé qué es tener luz porque nunca tuve, pero ahora estoy enferma y necesito cada vez más. Tampoco puedo ir a buscar el agua, me duelen las piernas, estoy enferma”, lamentó.
Seguramente Hilda no es la única en esas condiciones, pero al escucharla decir “sólo sueño con tener luz, no sé lo que es eso, toda mi vida usé lamparita” la sensación que provoca es que ya es tiempo de que esta abuela, con una vida signada por la pobreza, pueda acceder a servicios básicos para una existencia digna.
Fuente: Primera Edición