Piden ayuda para que sus hijos vuelvan a la escuela

 

La mamá está enferma y el papá debió dejar su trabajo en la venta de chipas para cuidarla. Sus ocho chicos no regresaron a clases.

AyudaEscuela_E

Marta Carballo tiene 41 años y sufre de una “enfermedad terminal irremediable”. Está casada con Eduardo Fraga, de 54, y juntos criaron a 15 hijos. 

Él era vendedor de chipa pero debió dejar de trabajar para atenderla. En la tarea, lo acompaña una cuñada, en una precaria vivienda del barrio Villa Günther de Oberá.

La difícil situación de la familia, con la madre enferma y sin trabajo obligó a que los ocho chicos que todavía viven con ellos, tras el receso invernal, no regresaran a clases. Ahora, la familia pide ayuda para que, entre otras cosas, los niños puedan retornar a la escuela.

Los hijos mayores formaron su familia y dejaron la casa de los padres. Con la pareja viven ocho menores: Fabiana (15), Agustín (13), Ricardo (12), Gabriel (10), Jeremías (9), Alexandra (8), Rut (5) y Nata (4). “Los más chicos viven de lo que les damos”, aseguró una vecina.

Nora Silvero, integrante de la comisión vecinal, se hace cargo de los hijos de Marta. “Atiendo a los cinco más chicos, porque los otros ya no permiten ayuda, las adicciones son una realidad. Los llevo a casa para higienizarlos y darles de comer. Da mucha pena verlos abandonados. Son chicos necesitados de atención y que sufren mucho al ver a la mamá enferma”, explicó la mujer y agregó “Marta está postrada, muy mal. Es una familia que necesita todo, desde casa, alimentos, ropa, medicamentos, todo. Hacemos lo que podemos pero no es todo lo que necesitan”, lamentó Nora.

Justamente, hace cinco meses se conformó la Comisión Vecinal. El grupo intenta ser el nexo entre los vecinos y los funcionarios. Más allá de buscar el bienestar del barrio y resolver sus necesidades, se convirtió en un grupo de contención y ayuda a los más desamparados, como estos niños.

Mamá enferma
“Hace cuatro años que ella se enfermó. Estuvo internada en Posadas y también en el Samic de Oberá. Pero la última vez, hace dos semanas más o menos, nos dijeron que ya no había nada que hacer y que le teníamos que traer a casa nomás. No nos dieron remedios, nada de nada. Yo le compro Actron para el dolor, pero nada más”, relató a PRIMERA EDICIÓN, Eduardo Fraga, que debió dejar su trabajo.

La ayuda que recibe la familia sólo permite sobrevivir el día a día. Sus necesidades van más allá de ropa o comida. Ahora el pedido es ayuda para que sus hijos estudien.

Fuente: Primera Edición