Vivió en la calle y hoy impulsa un comedor para 163 chicos

 

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La historia de Navarro (60) es una fiel muestra de voluntad y perseverancia. No se dejó derribar por los embates que le presentó el destino. De hecho, en la zona es conocida como doña Pila.

La mujer, que ya carga seis décadas encima, es oriunda de Corrientes y debió alejarse de su casa cuando niña, estuvo mucho tiempo en la calle y hoy lleva adelante una obra solidaria digna de destacar: levantó a puro pulmón un comedor en Candelaria donde alimenta a 163 chicos.

El comedor ubicado en el barrio 8 de octubre de Candelaria comenzó a funcionar hace casi diez años en la casa de doña Pila. Al principio, eran unos 20 chicos y hoy cuentan con un espacio cerrado a medias, en el que han puesto mesas y bancos donde comen sus 163 hijos del corazón, como les dice ella.

«La idea surgió de un grupo de amigas y así se llevó a cabo este proyecto, las ayudas las obtengo de la gente, que cobran y ya traen algo de mercadería, el intendente -Daniel Luna- que antes de ser intendente ya colaboraba con nosotros y así se va dando la posibilidad de dar alimentos a esos niños, que muchos están con bajo peso«, cuenta en diálogo con El Territorio.

«Por ahora sólo cocino los fines de semana por falta de presupuesto, pero el gran sueño es poder cocinar todos los días, yo sufro mucho por los que menos tienen; hay unos chiquitos del barrio Paso Viejo, que cuando no tiene para el boleto del colectivo no vienen, y eso no está bien, porque quedan sin comer los fines de semana. Ojalá que haya más gente que colabore y que yo pueda cocinar más días, es importante que nuestros niños se alimenten bien», desliza doña Pila.

La historia
La señora que iza la bandera de la solidaridad relata las razones de su obra. Una de ellas es el abuso que sufrió en su propio hogar. «Yo fui una más de nueve hermanos, de Corrientes fuimos a vivir a Buenos Aires, tuve una vida muy dura, mi propia madre me discriminaba y hasta el día de hoy tengo ese dolor por dentro, ya que siento que ella empezó a hacer diferencias cuando yo denuncié a mi padrastro por abuso. Por ese motivo me pusieron en un orfanato, de allí me escapé y fui a vivir a la calle».

Por temor a ser lastimada se vestía como varón los tiempos que deambuló por la calle. «Dormíamos bajo puentes, en portales de las iglesias, o donde había un lugarcito hasta que llegué a la adolescencia, ahí ya no pude ocultar que era mujer, le comenté a uno de los compañeros que era parte del grupo de la calle y me llevaron a capacitarme. Fue entonces cuando con gente del Gobierno me llevaban a trabajar a las villas, allí vi el sufrimiento y las necesidades más aún», dice doña Pila.

«Con los años me vine a Misiones porque mi marido se había venido para acá porque tenía a la madre enferma y era muy difícil mantener dos lugares, y así empezó todo. Hoy ya hay un lugar para los chicos y quisiera dar de comer a una mayor cantidad de niños, por lo que aprovecho para que a través del diario si alguien se quiere sumarse a este proyecto por los chicos, bienvenido serán», sostiene.

«Soy una mujer muy agradecida con la vida, agradecida con la gente, seguramente la vida que tuve me enseñó a valorar lo poco que se logra, yo de chica no tenía colchones para dormir, dormía sobre cartones, podía haber sido una perdida, por decirlo de alguna manera, ya que en la calle hay de todo y ofrecen muchas cosas que a la larga es muy nocivo para la salud y la vida, sin embargo, siempre traté de tener la mente lúcida, clara y fortalecida, sin desviarme para lo negativo», cuenta doña Pila.

Huerta
Desde Agricultura Familiar y el Ministerio de Desarrollo Social colaboran con la realización de una huerta a total beneficio del comedor de doña Pila, para agregar verduras orgánicas a las comidas de los chicos.

El ingeniero agrónomo Leonardo Morzam explicó a El Territorio que la huerta tiene seis canteros de 21 metros de largo por un metro de ancho cada uno. Ahora se está realizando la preparación de suelo para sembrar inmediatamente las semillas de las distintas verduras, y se hará un sistema de riego artificial para que tenga la humedad suficiente la plantación.

Por su parte, la ingeniera agrónoma Carla Trela dijo que este trabajo forma parte del proyecto huertas sustentables, al que puede acceder toda persona interesada en una huerta para el sustento familiar, la idea final es que en toda la provincia existan estas huertas, la que cumplimenta varios objetivos además del mencionado, aportar nutrientes de las verduras frescas al organismo, abaratar costos de las verduras, entre otro.

Trela anticipó que se firmará un convenio marco para diversas actividades a realizar en la zona, y en el comedor, entre Agricultura Familiar, Desarrollo Social y en este caso el comedor de Cristina Navarro.

Fuente: El Territorio