Quién y por qué se endeuda en la Argentina

El ecosistema emprendedor de la Argentina es diverso en cuanto a sectores (hay casos dedicados al comercio, a los servicios y a la producción), heterogéneo en cuanto a las personas u organizaciones que realizan actividades, y de distribución geográfica dispar.

Un segmento de este ecosistema es el de los emprendedores de la economía social: personas o micropymes mayormente informales, de bajos ingresos y en situación de pobreza estructural (situación que no necesariamente es de subsistencia) y con negocios sin potencial de crecimiento. Este subgrupo de emprendedores es financiado con microcréditos que otorgan organizaciones de la sociedad civil, que fondean a 52% de los microprestatarios, según surge de un relevamiento hecho recientemente por la Red Argentina de Instituciones de Microcrédito (Radim).

La Comisión Nacional de Microcrédito (Conami) del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación tiene entre sus objetivos el financiamiento de las entidades de la sociedad civil, con el propósito que ofrezcan microcréditos a emprendedores de la economía social para la compra de insumos y mercaderías o para inversión en activos fijos. En última instancia, para promover su desarrollo. Estos créditos se ofrecen a tasas sugeridas que son menores que las del mercado y que la inflación. En 2018 la Conami, junto con la Asociación Civil Avanzar por el Desarrollo Humano e investigadores de la Universidad de Buenos Aires, hizo un estudio de campo referido a organizaciones de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, para dar respuesta a dos preguntas:

1) ¿Qué características tienen los emprendedores que toman microcréditos?

2) ¿Cómo era su situación económico financiera al momento de tomar su último crédito?

Para un total de 316 emprendedores con datos completos, vinculados a cinco instituciones representativas del área geográfica seleccionada, el estudio encontró, con relación a la primera pregunta, que:

En ocho de cada diez casos se trata de mujeres emprendedoras; de ellas, 84% son argentinas. Y casi 70% viven en hogares donde hay cuatro o más personas.
En cuanto a la actividad, 52% son comerciantes; 34%, productores (producen bienes que van desde indumentaria hasta comida para repartir) y 14% proveen servicios (remises, peluquerías, entre otros).
La mayoría de los emprendedores toman estos créditos para comprar mercadería y/o insumos (80%). El resto los usa para invertir.
Dos tercios poseen vivienda propia, mientras que el otro tercio alquila o habita una vivienda prestada.
El plazo promedio del microcrédito es de siete meses.
El monto promedio del microcrédito, a precios de marzo de 2019, es de $27.784. Según la ley de microcrédito, el financiamiento máximo a un microemprendedor no puede exceder los 12 salarios mínimos ($150.000).

Por último, para conocer la situación económico-financiera de los emprendimientos, se usaron indicadores de rentabilidad, liquidez y solvencia al momento de la última solicitud de dinero prestado. Y se encontró lo siguiente:

El margen bruto promedio (ventas menos costos de venta) es de 57%.
La rentabilidad operativa neta y los excedentes del hogar (contando ingresos del emprendimiento y de otras fuentes del grupo familiar), en promedio, son buenos y cercanos al 50%.
La liquidez es alta por tenencia de capital variable (mercaderías, insumos) y escasos pasivos a corto plazo, más allá del microcrédito.
Se corrobora un bajo nivel de endeudamiento de los emprendedores, medido por el cociente de deuda tomada respecto del excedente. Esto posibilitaría duplicar el monto prestable al emprendedor promedio, al menos potencialmente. De hecho, hay una baja relación entre la deuda y el ingreso.
La relación entre el excedente del hogar y la cuota (un análogo de la relación «ingreso a servicios de deuda» para una empresa o un país) es de 6,8 veces. Típicamente, las entidades toman como valor crítico que la cuota no supere el tercio del excedente familiar.

Esto demuestra, esencialmente que incluso en los grupos más vulnerables hay personas con actividades que son comercialmente viables. Personas que pueden crecer todavía más, porque tienen proyectos en qué invertir.

Definitivamente, merecen ser tomadas en cuenta por los proveedores de crédito, sean bancos o sean organizaciones no gubernamentales. Está claro que no es una tarea fácil y que debe ser hecha de manera responsable y adecuada para evitar el sobreendeudamiento, pero la oportunidad de desarrollo económico y social existe y el microcrédito puede impulsarla.

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